Uno no escoge el país donde nace;
Pero ama el país donde ha nacido.
Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
Pero debe dejar huella de su tiempo.
Nadie puede evadir su responsabilidad.
Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.
Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
Una historia que nacer
Una meta que alcanzar.
No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
En que nacerá y crecerá
La semilla que trajimos con nosotros.
Autora: Gioconda Belli
¿Te has preguntado cual es esa semilla? Acaso un impulso de cambio, un talento que reverbera y quiere expresarse sin miedos, acaso sea transformar patrones de creencias familiares, o salir de la zona de comodidad para crear una nueva manera de vivir y ser, fuera de toda expectativa ajena… Sin dudas, la semilla que traes es única y ciertamente singular. Quizás aún esté bajo la tierra, aguardando a que tu ser consciente comience a regarla con regularidad y cariño, quizás haya comenzado a germinar y esté asomando verde y tímida pero con fuerza… La vida necesita desplegarse también desde lo nuevo y desconocido que anida dentro de ti.
El regalo que le haces a la vida es tu propia existencia, a través de tu presencia expandida y de tu genuina expresión. Lo positivo de estos tiempos, es que esconderse o auto engañarte ya no es una opción, puedes mostrarte tal cual eres, y si no sabes cómo, hay personas que pueden acompañarte en tu proceso de autodescubrimiento. Dejar una huella fértil y bonita en la vida de los demás y por extensión, hacia algo más grande que a todos nos envuelve y abraza: a este tiempo, a este planeta, a esta prodigiosa familia humana. Es un enorme hito personal habilitar la expresión de tu ser interno, el mundo entero se beneficia, pues como dice Tich Nhat Hanh ´´inter somos´´, las barreras entonces, los límites y las fronteras son una creación de la mente. Anímate a franquear tus autolimitaciones, amplía el horizonte mirando hacia adentro.
Imagen: Ada Conti