Gracias por visitar mi web, es un placer recibirte. Quiero contarte quién soy y cómo comenzó mi viaje por el mundo del desarrollo de la conciencia y el autoconocimiento.
Podría decir que inicié de manera consciente alrededor de los 26 años, sin embargo, desde muy pequeñita me movilizaba una inquietud a nivel interno que describiría como una llama siempre viva que nunca se apagaba, una motivación, una vibración suave y serena que, como un hilo invisible guió mis pasos y me ha conducido hasta aquí. Hoy comprendo que en realidad nunca perdí la conexión con esa dimensión intrínseca que habita en cada uno de nosotros, y que es indestructible, eterna, y sagrada. Nunca perdí la conexión con mi alma.
Muchas veces he sentido que la experiencia como ser humano es dura, pesada y angustiante. Creo que este sentir se relaciona con una sensibilidad de base que siempre me ha hecho percibir fuertemente lo entornos sutiles, entre ellos los lugares y las personas. Ha sido un verdadero aprendizaje para mi no enredarme en estados negativos y densos que no me pertenecían. He crecido percibiendo la disonancia entre lo que las personas sienten por dentro y lo que muestran a los demás, intuyendo que los silencios escondían dentro de sí la contundencia más estruendosa. Solo de adulta pude comprender desde el intelecto lo que todo esto significa, estudiando, investigando, y principalmente comprometiéndome a sanar mi propia historia personal y sus implicancias transgeneracionales.
La sensación de vacío me acompaño gran parte de mi vida adulta. Afortunadamente por mi naturaleza curiosa y ávida de respuestas, lo he llenado buscando respuestas en libros, talleres, formaciones, terapias, experiencias vivenciales de autoconocimiento, etc. Cuando digo que las experiencias dolorosas en nuestras vidas traen en si mismas su propia medicina, es porque de verdad, anida en nuestro interior la posibilidad de transmutarlas, de hacer de ellas algo constructivo y sanador para ti, y para las personas que acompañan tu camino. No podría ayudarte, si no hubiese atravesado mi propia herida de rechazo, una profunda crisis de vacío existencial, una autoexigencia desmedida que no hacía más que hundirme en la más feroz desvalorización de mi misma… y puedo seguir enumerando… cuanta crueldad autoinflingida!
Para vislumbrar lo más luminoso de uno mismo es preciso atravesar la más densa oscuridad. Como en la Alquimia, del plomo al diamante. No hay secreto, no hay milagro, hay compromiso con el propio bienestar, hay valentía y atrevimiento de verse cara a cara con la propia sombra. El estímulo es constante durante el camino pues la sensación de andar más liviano se hace presente. El termino libertad cobra pleno sentido pues se palpita genuinamente, el amor hacia uno mismo eleva la vibración (tú te sientes diferente, los demás te perciben cambiado). Emerge la compasión (ya no te sientes solo, pues tu alma pulsa en sintonía con un Todo mayor). Desarrollas la comprensión de que eres creador de tu propia existencia. La Vida (así con mayúsculas) nos requiere fuertes e íntegros, conscientes y libres para desplegar nuestro propósito.