Esta en una responsabilidad personal e intransferible, nadie puede sanar nuestras heridas ni regalarnos equilibrio interno sino es por una motivación profunda y personal. A estas alturas, es redundante decir que tu bienestar resuena en tu ambiente cercano, y como en un inmenso caleidoscopio, al final impactamos positivamente a un nivel mayor. Este es nuestro desafío actual como individuos, el de creer firmemente que nuestra acción individual hace una enorme diferencia cuando somos muchos los que despertamos a nuestra consciencia trascendente.
Actualmente estamos, global e individualmente, ante el gran reto de revisar la hiperactividad mental, para dar espacio a una integración con la sabiduría del corazón, en busca de la síntesis y la conciliación, que permita la conexión con lo global y que revele la profunda coherencia que opera en todo lo existente.
¿Qué sentido le daré a mi vida una vez haya cumplido lo que la sociedad o familia exige?
Algunos aún nos cuestionamos la inquietante y desafiante forma de vida actual, con los valores fundamentales patas arriba y donde el sentido común se ha esfumado, donde lo disruptivo es moneda común.
La actitud transpersonal es profundamente transformadora. Se basa en el progresivo abandono del juicio o crítica hacia uno mismo y hacia lo externo, sustituyéndolo por una dedicación consciente a la autoobservación, a la revisión de nuestras formas de vida, de nuestras creencias y de nuestra auténtica emocionalidad. Implica ponernos en coherencia y en generar, progresivamente una relación más sana con nosotros mismos.
«Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, este dirigirá tu vida, y tú lo llamarás destino»
C. Jung